SABIOS TONTOS

HISTORIA DE LA IDEA "SABIDURÍA DEL TONTO"

La idea paradójica de que el tonto puede poseer sabiduría, consigue su mayor desarrollo durante la Edad Media y en el Renacimiento europeo. No es casualidad que esa misma época fuera la de mayor auge en la sociedad del tonto profesional (ver BUFON) o que la cultura popular fuese "carnavalesca", según el término de Mijail Bajtín(ver RISA CARNAVALESCA), y el Estatus particular del loco o tonto del que gozaba en la Edad Media. Eruditos y filósofos cristianos desarrollaron la idea; se plamó en la vida cultural, en la pintura y literatura, así como en el imaginario y en la cultura popular medieval(ideas, leyendas y cuentos).
Aunque indudablemente la idea tuvo sus principios más temprano en el proceso de civilización. Tan pronto como el hombre pudo sentir nostalgia por un estilo de vida más simple, también debió preguntarse sobre la superioridad de un estilo más simple de sabiduría, innata o inspirada, sobre cualquier conocimiento del mundo que él había adquirido de su propia deducción empírica o de la instrucción de otros. Siempre que la razón pudiera preguntarse y reconocer que el corazón tiene razones que la razón no entiende, se ha atribuido al tonto una especie de sabiduría. Los hombres a menudo notaban que el no instruído o simple, en su pureza del corazón, podría penetrar en verdades profundas frente a aquellos estorbados por el aprendizaje y la convención, en el mismo sentido que a veces sentimos una verdad más resonante en refranes caseros o proverbios populares que en la exposición racional.

No es, de hecho, ningún accidente que los tontos de la literatura característicamente recurran a expresiones proverbiales; ya que los proverbios dibujan su fuerza. Además, el desarrollo de la racionalidad, como la civilización en vías de desarrollo, ha parecido traer tanto cargas como ventajas; y más avanzado el desarrollo, más hombres que añoran un estado más temprano, más simple, más natural, han experimentado los gustos de lo incivilizado y lo irracional. El concepto del tonto sabio, en oposición a una sabiduría natural o dada por Dioses frente a una autoadquirida, es el más sofisticado y de mayor alcance de aquellas ideas primitivas con las que el hombre se ha preguntado por sus propias potencialidades y logros.

I

CARACTERÍSTICAS DEL TONTO

Las implicaciones inherentes a la figura del sabio tonto crece de las actitudes que la mayor parte de sociedades ha considerado verdaderos tontos. Los nombres que le han dado sugieren, en sus matices etimológicos, varias características que han sido atribuidos al tonto y al loco: que sea tonto (ταιος, inanis, tonto), necio (ρος, stultus, mentecato, payaso), imbécil (imbécile, dotard), y carente de entendimiento (νοοσ, φρων insipiens); que sea diferente de los hombres normales (idiota); que no articule palabra (Tor) o balbucee incoherentemente (fatuus) y sea dado a la parranda bulliciosa (buffone); que no reconozca los códigos de propiedad (ineptus) y ame burlarse de otros (Narr); que actúe como un niño (νπιος); y que tenga una simplicidad natural e inocencia en el corazón (θης, natural, simplón).

LIBERTAD DEL TONTO

Aunque los locos violentos tuvieron que ser, necesariamente, por lo general retenidos o encarcelados por la sociedad, los tontos inocuos a menudo disfrutaban de especial privilegio. Su impotencia les ha ganado la protección compasiva del más afortunado, como su infantilismo les da a los niños la licencia para ser irresponsables — y a menudo irreverentes- en palabras o acciones. Ya que son dirigidos sólo por sus instintos naturales, el tonto y el niño no son considerados responsables a las reglas de la sociedad civilizada. Ya que mientras los adultos maduros aceptan los códigos de conducta y de creencia, asumiendo que deben “saber más y mejor,” que el tonto, del que no se espera, como del niño, que "sepa" algo. Por esto, a menudo le concedían una libertad considerable.

Quizás más que otra cosa, es el privilegio del hablar impunemente hacía del tonto un ser “todo autorizado”, papel tan atractivo a la imaginación literaria. Además, aunque los tontos se mantienen aparte de la humanidad normal, a veces fueron tratados como objetos del escarnio, pero a veces también hizo que fueran venerados. En la Edad Media, como en ciertas sociedades primitivas, se pensó que estaban bajo la protección especial de Dios, y la posibilidad siempre existía que lo que sonaba a la charla necia era, en realidad, “conocimiento superior”.

INTERPRETACIÓN PSICOLÓGICA

El psicólogo moderno ha tomado, retrospectivamente, el interés especial por la personalidad del tonto; ya que en términos freudianos él encarna la expresión no impedida del ello. Careciendo de cualquier vestigio de un superego, el tonto se rinde desvergonzadamente a sus apetitos corporales y deseos naturales, y él está con regularidad caracterizado por su hambre, sed, lujuria, y obsesión con obscenidades.
Se ha indicado que su misma etimología tiene una sugerencia genital (follis). Sin la personalidad social para enmascarar sus emociones, él es infantil en la completa franqueza de sus respuestas: cuando es feliz, se ríe; cuando está triste, llora. Ya que anda igualmente falto de memoria e incapaz de seguir algo por su conclusión lógica, el pasado y el futuro carecen de sentido para él y felizmente vive en y para el momento. Instruido sólo por sus sentidos y su intuición, busca sólo autosatisfacción, él es el principio de placer personificado. Su enemigo, el superego, representa todas las convenciones y la racionalidad de civilización de la sociedad que él encuentra incomprensible e intolerablemente represiva. Sin embargo podemos decidir que expresa la antítesis-ello vs. superego, corazón contra cabeza, caos contra orden, anarquía contra cultura, naturaleza contra arte, pasión contra razón, placer contra virtud, Carnaval contra Realidad — su lealtad siempre es de modo inconfundible clara y unilateral.

LOCURA Y SOCIEDAD

Lo que caracteriza durante la Edad Media y el Renacimiento al estatus del loco es esencialmente la libertad de circulación y de existencia que se le permite. Las sociedades medievales, por paradójico que parezca, eran perfectamente tolerantes en relación con el fenómeno de la locura: a pesar de la fuerte organización jerárquica del feudalismo, a pesar del sistema riguroso de vínculos de las familias o de las parentelas, el loco era un individuo tolerado. Se le toleraba incluso en el seno de la sociedad, aunque ocupara siempre un lugar relativamente marginal. Era costumbre, por ejemplo, que en todos los pueblos hubiese alguien al que se llamaba el tonto del pueblo, personaje que todavía se encuentra en algunas regiones un poco rústicas y arcaicas de Europa. El tonto o los tontos del pueblo tenían un estatus marginal: no trabajaban, no estaban casados, no formaban parte del sistema de juego y su lenguaje estaba relativamente desvalorizado. Sin embargo, existían en el interior de las sociedades, donde eran recibidos, alimentados y hasta cierto punto soportados, se dejaba al loco circular de ciudad en ciudad, de lugar en lugar. Había simplemente algunos puntos que eran, en cierto modo, los puntos de coacción donde se ubicaba, se encerraba, de un modo siempre provisional a los locos que estaban demasiado agitados o eran peligrosos. Encierro provisional, en el límite de las ciudades, que dejaba a la mayoría de los locos su libertad de existencia y de movimiento.

La sociedad del siglo XVII, en cambio, se convirtió, en relación con la locura, en una sociedad profundamente intolerante, la presencia del loco, en el interior de la familia, en el interior del pueblo, en la sociedad, se volvió literalmente intolerable, era el principio de la organización social, política y estatal de las sociedades capitalistas. El capitalismo se está organizando en el ámbito de los Estados y de las naciones. En una sociedad como ésta, la existencia de una masa de población ociosa llega a ser literalmente imposible e intolerable.

Por primera vez en Occidente se percibe al loco, al tonto, como anomalía o anarquía respecto de la sociedad, como individuo al que hay que excluir. Hasta entonces el loco era un individuo marginal, pero aún estaba incluido en el interior de la sociedad. Para que empiece a ser no sólo marginado, sino excluido materialmente, individualmente, corporalmente de la sociedad, se han necesitado estas nuevas normas de la sociedad capitalista en vías de desarrollo.(Historia de la locura en la época clásica Michel Foucault)

BANQUETE DE TONTOS O FIESTA DE LOCOS

En las sociedades europeas de la Edad Media, tenemos la prueba evidente del estatus particular del loco en una práctica muy curiosa. Antes del final del siglo XII (y probablemente antes), el tonto había conseguido la eminencia de tener su propio día de fiesta. El famoso, a veces infame,Fête des Fous (Fiesta de locos, Banquete de Tontos, Feast of Fools,o en España, Fiesta de Inocentes) dio primeramente, al bajo clero, aunque sólo de modo efímero, la libertad tradicional reservada al tonto y al loco. En ella se incorporaba el espíritu del desgobierno de carnaval. En el transcurso de esta fiesta, la tradición quería, en primer lugar, que la gente se disfrazara de tal manera que su estatus social resultara enteramente invertido, o en todo caso que los signos de su estatus social fueran invertidos. Los ricos se vestían como los pobres, los pobres adoptaban las vestimentas de los ricos, los que no eran nada en la sociedad se ponían a interpretar durante unos días el papel de los más poderosos e, inversamente, los más poderosos interpretaban el papel de los más humildes. Era la inversión general del estatus social, era igualmente la inversión de los sexos, los hombres se vestían de mujer y las mujeres de hombres, era igualmente, por una sola vez al año, la gran impugnación del sistema social entero, ya que en el curso de esta fiesta, la gente tenía derecho a desfilar ya sea ante el palacio del burgomaestre, ante el palacio episcopal, o ante el castillo del señor, y decirles, a cantarles las cuatro verdades y a injuriarles si hacía falta. Toda esta gran fiesta terminaba con una gran misa que era una misa al revés, a contratiempo, una contramisa, la Fiesta del Asno que terminaba cuando se introducía en el interior de la iglesia a un asno y en el momento en que se ponía a rebuznar significaba amén.

Era la imitación irrisoria de los cantos de la Iglesia. Relacionado con los Saturnales paganos romanos, a pesar de la conversión del Imperio al cristianismo, y de la denuncia de obispos y consejos eclesiásticos siguió celebrándose por la gente en el Kalendas de enero con toda su vieja licencia. La costumbre fue adoptada por los conquistadores bárbaros, España, Francia, Alemania y Gran Bretaña. En el siglo XI el Obispo Burchard de Worms pensó necesario fulminarla por los excesos relacionados con ellas. Como parecía caer en el olvido entre la gente, el mismo le dio el carácter de un festival religioso específico. El banquete de San Stephen (26 diciembre) para los diáconos, el día de San John (27 diciembre) para los sacerdotes, el Día de los Inocentes para los muchachos, y para la Circuncisión de subdiáconos, la Epifanía, o el 11 de enero. El Banquete de Santos Innocentes se hizo un festival regular de niños, en ellos un muchacho, decidido por sus compañeros de escuela de coro, funcionaba solemnemente como obispo o arzobispo, rodeado por los niños del coro mayores como su clero, mientras los canones y otro clero tomaban los asientos más humildes.Al principio no hay pruebas para demostrar que estas celebraciones tuvieran comportamientos especialmente indecorosos; pero en el siglo 12 tal comportamiento se había hecho la regla, así en el Banquete de Tontos estaba en su apogeo: un subdiácono joven era elegido obispo señor del mal gobierno simulando al obispo, ataviado con la insignia episcopal (excepto la mitra) y conducido por sus compañeros al santuario. Una masa fingida empezó, mientras que las lecciones fueron leídos cum farsia, cantaban canciones obscenas y bailaban, comían en el altar pasteles y salchichas, y jugaban a las cartas y dados en él. Por aquél entonces, este carácter ingenuo y burlesco de la celebración sobre las cosas sagradas no sugería desprecio a ellas.

(Casi tres siglos más tarde, estas celebraciones blasfemas se habían extendido fuera de la iglesia, siendo asumidas y ampliados por las seculares Societés Joyeuses(sociedades alegres) en las ciudades y universidades (juergas seculares del Señor de Mal gobierno). Emulando a los subdiáconos de las catedrales, los estudiantes y los ciudadanos urbanos tuvieron la oportunidad de dominar despóticamente a sus mayores y autoridades fingidas, tanto temporales como religiosas, con la amnistía asumida. Pero el bíblico original en el que se basaba la fiesta sugiere un “Mundo Girado Al revés“, teniendo que ver estrechamente con el tonto. Ya que en su misma naturaleza, el tonto es iconoclasta, no simplemente irreverente, potencialmente subversivo por su inhabilidad de entender las asunciones en las que se fundan las autoridades. Es demasiado simple para ver las nuevas ropas del emperador y demasiado sencillo para abstenerse de apuntar la desnudez de la verdad.

Era una fiesta de la religión invertida, era la contrafiesta, era la fiesta de la contrarreligión, era algo así como los preludios lúdicos de la reforma de Lutero. En cualquier caso, lo interesante es ver que sólo esta fiesta, no bendecida por la Iglesia ni regulada por la religión, estaba precisamente considerada como la fiesta de la locura. Era sentida como la locura que se ponía a reinar en la ciudad en lugar del orden.(Ver RISA CARNAVALESCA)

TONTO NATURAL Y TONTO PROFESIONAL

Al mismo tiempo, los tontos de la Fête des Fous y la Société Joyeuse no eran, por supuesto, genuinamente simples, y la diferencia debe hacerse entre el tonto auténtico o natural y el tonto artificial o profesional. Aunque no sepamos el origen de cuándo a un hombre normal le pareció ventajoso asumir el aspecto de un simplón, hay cuentas en Xenophon, Ateneo, Luciano, y Plauto de profesionales divertidos que se ganaron el pan con estupideces, y de romanos ricos que conservaron bufones deformes en sus casas cuya impudencia era legendaria. Sus descendientes son los tontos de tipo Rigoletto de la Baja Edad Media y el Renacimiento Europeo con su traje tradicional de colores, gorra y campanas, y bastón. Ellos tuvieron su auge en los siglos XV y XVI, y algunos de ellos consiguieron tal fama que sus nombres todavía son conocidos. Se supone que al menos uno de ellos, el tonto de Francisco I, fue realmente estúpido, y el famoso tonto de Tomas Moro sufrió un daño cerebral por una caída de la torre de una iglesia; pero la mayor parte de ellos eran hombres de inteligencia normal que encontraron provechoso adoptar el traje multicolor por su capacidad de divertir y esto les dio la impunidad para hablar libremente. El bufón profesional, cuyas bromas sardónicas tendieron no sólo a divertir, sino a menudo corregir a su maestro, personifica la inclinación que todos los tontos tienen para comentar sobre las moralejas de otros y los asuntos del estado. (VER BUFÓN)

II

EL SABIO TONTO: SÓCRATES

La idea de la sabiduría (sapientia) del tonto siempre está en contraste con el conocimiento (scientia) del culto "o la sabiduría" del mundano (sapientia mundana). A este respecto, el oxímoron, "el tonto sabio," es intrínsecamente reversible; ya que siempre que sea conocido que el tonto es sabio, también se sugiere, expresamente o tácitamente, que los sabios son tontos. Quizás la expresión registrada más temprana de esta paradoja es la observación de Heraclito “tanto aprendizaje no enseña la sabiduría” pero el tema era recurrente en la literatura antigua de Esquilo a Horacio. El arquetipo clásico para la figura del tonto sabio es Sócrates, al que los teóricos posteriores invocaban constantemente. No sólo su método educativo estaba basado en la exposición de la locura del supuestamente sabio, sino que él mismo afirmó que su propia sabiduría salió de tomar conciencia de su ignorancia. En la Apología(20a-23b), él cuenta como el oráculo en Delfos había dicho una vez que no había ningún hombre más sabio que él. Sin embargo, sabiendo que él no era sabio, intentó refutar el oráculo buscando a un hombre más sabio entre los atenienses; pero encontró que todos aquellos que profesaban la sabiduría eran de hecho ignorantes, mientras él solo admitió su ignorancia. De ahí él concluyó que lo que el Dios pitio había querido decir era: “el más sabio de vosotros, O hombres, es él que, como Socrates, sabe que lo que atañe a la sabiduría realmente carece de valor.

LA IDEA DEL "TONTO SABIO EN CRISTO"

La cuenta de Sócrates de la ignorancia humana, en la atribución de la sabiduría verdadera sólo al divino, anticipa la reclamación de San Pablo de que la sabiduría de este mundo es estupidez ante Dios (!Sapientia enim hujus mundi, stultitia est apud Deum"I Corintios 1:20; 3:19). Este concepto del Tonto en Cristo, que tiene su exposición mayor en las Cartas a los Corintios, afirma la inutilidad de la sabiduría del mundo en contraste con la sabiduría de los cristianos, que al mundo parece locura. Afirmando que somos tontos por el bien de Cristo, pero somos sabios en Cristo (I Corintios 4:10), se argumenta que “la tontería de Dios es más sabia que los sabiduría de los hombres”(I Corintios 1:25), y cuenta de incrédulos que, "profesándose para ser sabios, se hicieron tontos" (Romanos 1:22). "No deje a ningún hombre engañarse," exhorta; "si algún hombre parece ser sabio en este mundo, déjele hacerse el tonto, que puede ser sabio" (I Corintios 3:18).Cristo Él mismo había ejemplificado esta sabiduría tonta, no sólo cuando como un niño contestó a los doctores en el templo, sino también más tarde cuando confundió en su sabiduría a los escribanos y fariseos. Además, se vio que Su enseñanza era infantil en su simplicidad, "tonta" en sus imaginería casera; y, fue argumentado más tarde, aunque pensemos en ovejas como criaturas tontas, Él era el Cordero de Dios. (VER SANTOS TONTOS)

Esta paradoja teológica del Tonto Sabio en Cristo proporcionó la razón fundamental para las invitaciones posteriore a la sabiduría de la locura, y se mantuvo viva durante toda la Edad Media por escritores como Juan Escoto Erígena, Francisco de Asís, Jacopone da Todi, y Raimundo Lull.

Pero fue en la última Edad Media y en aquel misticismo del norte de la "devotio moderna" enseñado por la comunidad de los Hermanos de la Vida Común en Deventer cuando aparecen dos de los tratamientos cristianos más importantes de la sabiduría del tonto. Ambos casi simultáneamente, hacia la mitad del siglo XV, Tomas de Kempis, en su “Imitación de Cristo“(1418), impulsó una vida cristiana “de la simplicidad santa” en la emulación de Cristo el Tonto, y Nicolás de Cusa (o Cusano), en varias escrituras, puso el trabajo filosófico preliminar para un nuevo concepto de la ignorancia culta. "Docta ignorantia" (1440), “la coincidencia de conocimiento e ignorancia,” en rechazar la teología racional y atribuir a Dios una sabiduría inaccesible para el hombre, plantea preguntas serias sobre la misma posibilidad del conocimiento humano, pero finalmente saca una especie de sabiduría de la antítesis entre la razón absoluta y la lógica irracional. Ya que él afirma, como Sócrates antes y como Montaigne después (aunque ambos en contextos completamente diferentes), el reconocimiento de la ignorancia es una ignorancia instruida, docta.
FOLKLORE POPULAR Y LITERATURA: ESTAFADOR Y TONTO SABIO

A lo largo de la Edad Media, en un plano menos teológico — y, es verdad que a menudo menos figura de sabio tonto, brincaron personajes por juegos de carnaval, proverbios, canciones, y libros de bromas que aparecieron por todas partes en Europa. Tyl Eulenspiegel y Marcolf en Alemania, Scogin, Bertoldo (el Marcolf italiano), Robin Goodfellow en Inglaterra, y otros más, aunque a menudo sólo eran bufones groseros y bromistas escandalosos, a veces declaran en sus bromas que ellos son también buques de la sabiduría. En su picardía, ellos son los antepasados directos de los estafadores-tricksters de la literatura posterior — el receptor de piel de conejo Isabelino, Arlecchino, Lazarillo, Simplicius Simplicisimus, Scapin, el sordomudo de Melville, Felix Krull; pero en su sabiduría, ellos muestran las características de todos los tontos. En particular, el legendario Marcolf, fue la representaión del "tonto sabio", de orígenes distantes y oscuros, es una de las manifestaciones primordiales de la sabiduría de la locura. Compañero del Rey Solomon, la misma personificación de sabiduría, él con regularidad mejora al sabio en sus encuentros por medio de su agudeza de la tierra, natural, dispuesta literal.

Al mismo tiempo, había también tontos literarios que eran sólo tontos, y la imaginación medieval tomó el placer satírico en catalogarlos en tales trabajos como el Brunellius del Speculum stultorum de Nigel Wireker o el Ordre de Folys John Lydgate. Al final de Edad Media, en 1494, Sebastian Brandt, publica “La barca de los locos” (Narrenschiff) debía confirmar una vez más la vieja observación del predicador de Eclesiastés de que la tontería es infinita en número “stultorum numerus infinitus est”(I:15). Y, en efecto, los pasajeros en la barca de los locos son necios; y como todos los hombres, pecadores.

IDEA DEL TONTO

Hacia el final del siglo XV, un juego bastante complejo de ideas y asociaciones se había unido alrededor de la figura del tonto. En el peor de los casos, fue considerado un instrumento pecador del vicio, ciego a la verdad y sin ninguna esperanza de salvación. Se ha sugerido que esta actitud vuelve al San Jerónimo, que tradujo la apertura de Salmo 53/52 con “Dixit insipiens en corde suo non est Deus“, (dijo el tonto en su corazón no hay Dios) dando la palabra hebrea "nabal" como "el tonto" más que como "persona vil o moralmente deficiente. A lo más, el tonto era un inocente simple, carente del pretensiones de aprendizaje y de las corrupciones de la sabiduría mundana, en quien el espíritu de Dios podría entrar más fácilmente. Sin embargo, las características más universales del tonto, se ponen en algún sitio en medio de estas dos ideas representados por el tonto del San Jerónimo y el tonto del San Pablo; ya que éstas son sus características sociales más que religiosas. Por un lado, podría encontrarse en cualquier estrato de la sociedad; por otra, era el crítico desvergonzado de todas las estratos. Vio a través de la hipocresía de la posición social y de los sentimientos nobles; expuso la vanidad de la belleza y el aprendizaje. No creyó en el honor, orden, medida, prudencia, justicia, castidad, o cualquiera de las restricciones que las sociedad estoica impone sobre sí. Si Hércules en la encrucijada entre la virtud y el placer optóo tradicionalmente por la virtud, el tonto con resolución tomó la otra dirección y buscó la satisfacción para el cuerpo más bien que el espíritu. Sin embargo, hace tiempo que fue reconocido como un adversario formidable, no sólo porque rechazó cumplir con las reglas aceptadas, sino porque sus payasadas jocosas, como todo el juego, podrían convertirse fácilmente en grave seriedad y su lengua desenfrenada era capaz de decir tanto verdades como tonterías.

III

ERASMO DE ROTTERDAM: ELOGIO A LA LOCURA

Al margen de estos antecedentes, el tonto más sabio, más importante y más influyente de todos fue creado en la primera década del siglo XVI. El "Moriae Encomium Stultitiae Laus" (Encomio de la locura Alabanza de la Estupidez)de Erasmo de Rotterdam, escrito en 1509 y primero publicado en 1511, traducida como “Elogio de la Locura” (aunque entiéndase locura como estulticia, necedad, estupidez, idiotez, y a la vez, ignorancia, desmemoria) es, a pesar de lo humorístico, el exámen más profundamente serio y penetrante del tonto sabio en la literatura Occidental. Huizinga nos dice sobre la obra que el valor eterno del libro reside en el concepto de que "la estupidez es sabiduría y la sabiduría estupidez"

En la obra quién habla es la figura de Stultitia, que se entrega su propio elogio.Es la creación tonta del hombre más culto de su tiempo, y en su idiota sabiduría representa el florecimiento máximo de la fusión del pensamiento humanístico italiano con la piedad del norte llamado Humanismo cristiano. Stultitia no sólo resume todas las expresiones más tempranas de la paradoja "sabiduría estúpida", sino también, por su sentido profundo de la humanidad y su ironía polisémica, puede dar nuevas dimensiones al concepto.

Como todos los tontos, el impulso básico de Stultitia es satírico, y su mala fama extendida a lo largo del siglo XVI Europeo fue en gran parte resultado de aquellas partes de su discurso en el que irreverentemente alardea de que todos los principales estados seculares, religiosos e intelectuales del mundo de Renacimiento están bajo el dominio de la estupidez. Ningún hombre, ni su propio autor, se exime de su burla mordaz cuando ella analiza las locuras de la humanidad. No es sólo su catálogo satírico, sino su autodescripción irónica la que tuvo mayor eco. Ya que en la explicación de quién es ella — a la pregunta qué quiere decir ser tonto — ella manifiesta que la tontería no es sólo universal, sino necesaria y hasta deseable a la humanidad, que ser un hombre no es nada además de jugar al tonto, y que reconocer este hecho es la sabiduría más alta.

Retratándose como la personificación de todos los instintos naturales, la Necedad reclama ser la fuerza de vida en el universo y sostiene que es sólo ella quién impide a los hombres suicidarse. Aquellos impulsos del hombre que intentan contener o negar su propia naturaleza son objetos de su desprecio más profundo. Detrás de este naturalismo tonto está la creencia profunda de Erasmo, heredada un poco de los precursores humanísticos, en la calidad de naturaleza, especialmente en la naturaleza humana- una posición filosófica que permitió a Lutero más tarde acusarlo.
Stultitia, en el reflejo de esta creencia, surge como el campeón de la naturaleza sobre todas las formas de ley, costumbre o convención, que la naturaleza intenta restringir. Ella es, como lo son intrínsecamente todos los tontos, un enemigo de los Estoicos, que consideran que el bien y la virtud consisten en vivir de acuerdo con la razón, evitando las pasiones. Pero este tonto tiene motivos filosóficos y teológicos para reforzar su amor instintivo del placer. De hecho, ella es uno de los portavoces más tempranos para el renacimiento postmedieval de Epicuro y su modo de vida hedonista. Aunque Stultitia hable en el latín culto decorado con etiquetas griegas,es igualmente desdeñosa de las pretensiones de aprendizaje, entre sofista pedante y metafísica especulativa, extrae la humildad de la ignorancia y el conocimiento simple dibujado de la experiencia y la fe. A través de esto, ella es, como siempre, consciente de los cuidados de la humanidad y de los dolores de la existencia. Se lamenta como Eclesiastés que “El conocimiento creciente aumenta la aflicción” y tristemente como Sófocles que “sin saber nada se permite una vida más feliz”.

La inclinación tradicional del tonto para girar cosas al revés es, en Stultitia, reforzada por la capacidad erasmiana profunda de ver ambos lados de una cuestión. Invoca uno de los adagios más importantes de su autor, “el Sileni de Alcibiades” en que se argumenta que la esencia interior de cualquier materia es a menudo la parte contraria a su aspecto externo, algo aparentemente tonto puede realmente ser sabio, lo aparentemente sabio, tonto. Esto es, desde luego la base de su ironía; pero esto también es la carga de su mensaje. Ya que aplica esta técnica de la inversión a todos los aspectos de la sabiduría mundana, reexaminando aquellas virtudes y códigos de la conducta que el mundo da por supuesto para ser sabio, y demostrando tanto sus limitaciones como la sabiduría de sus contraposiciones tontas. Por ejemplo, ella aclama el Amor propio como su compañero más cercano, pregunta cómo puede amar realmente el cristiano a su vecino como él mismo, si él mismo de hecho no se ama. Del mismo modo, ella ataca la Prudencia, el enemigo tradicional de la Locura en la imaginería medieval, no simplemente porque no haya nada tan atrevido como la ignorancia, sino a fin de mostrar que la experiencia puede ser valiosa y que los juicios son siempre difíciles. Ella reconoce que sus ilusiones y autoengaños son tan importantes para el hombre como sus verdades; acepta las pasiones del corazón así como los motivos de la mente; y resuelve la antinomía antigua entre virtud y placer sosteniendo que el placer es una virtud. Estas estimaciones radicales de asunciones comunes salen del entendimiento humano, de la condición del hombre y en una creencia en la calidad esencial de la naturaleza humana, si no está corrompido por instituciones artificiales, falso aprendizaje, y perversiones de la voluntad. Una vez que el hombre se ha despojado de estas reclamaciones falsas de la sabiduría, se convierte en un receptáculo apropiado para recibir la sabiduría de Cristo, que es la única sabiduría verdadera. En la conclusión de su gran discurso, Stultitia invoca la figura del Tonto en Cristo, sacado de San Pablo y Cusano, y prescribe una simplicidad pietística del corazón como el modo verdadero de adivinar la sabiduría. Es más, ella con eficacia sostiene que, para ser un hombre se debe ser tonto; cuando el Hijo de Dios aceptó el papel de la debilidad humana, Él se convirtió en el mayor de todos los tontos.

IV

TONTOS Y LOCOS SABIOS EN SHAKESPEARE Y DON QUIJOTE

Stultitia se convirtió en la anfitriona de los tontos sabios que desempeñaron un papel dominante en pensamiento europeo y en la literatura durante los siguiente cien años, desde Narrenbeschwörung (Conjuro de los locos) de Thomas Murner (1512) a Don Quijote de Cervantes (1605, 1615). A menudo los grandes tontos del siglo dieciséis son esencialmente la creación del humanismo de Renacimiento y de su irónica sabiduría. Al mismo tiempo, es importante reconocer pruebas en tal suministro de tontos que los ideales esperanzadores de la filosofía humanista estaban cayendo ya en duda.
El concepto de locura "sabia", es la antítesis del concepto de la dignidad de hombre. El sueño optimista del hombre y las posibilidades que asaltan la razón humana tan orgullosamente avanzada por los humanistas del siglo XV no concedieron ninguna sabiduría a la estupidez. Aunque el primer humanista, Petrarca, reclamó la sabiduría de su propia ignorancia, la ignorancia que él profesó no era aquel del tonto. Es en el siglo XVI, cuando la sombra del escepticismo y pesimismo empezó a caer en el pensamiento humanista, el tonto sabio surge como el portavoz de su época. Es exactamente cuando no puede determinar si el hombre es el modelo Divino de animales o la base de la quintaesencia del polvo que Hamlet pone la disposición del tonto y anda en el pasillo leyendo " Elogio de la Locura" de Erasmo.

Ariosto, Skelton, Rabelais, Folengo, Nashe, Hans Sachs, Cornelius Agrippa, Francisco Sanchez, Montaigne, y muchos otros durante el siglo XVI describen la sabiduría de la locura en todos sus matices; el retrato del tonto sabio es dibujado una y otra vez por Brueghel, El Bosco, Massys y Holbein, e innumerables ilustradores menores.

Cuando Olivia, en la obra de Shakespeare, Noche de Reyes (Twelfth Night), dice del payaso Feste, “Este compañero es bastante sabio para jugar al tonto” y cuando Touchstone, proverbialmente observa que “ el tonto piensa que es sabio, pero el sabio sabe que él es un tonto”, ellos pronuncian lo que entonces se habían hecho cosas comunes. En la época de Elizabeth I, la bobería en efecto pareció “realmente pasearse por el orbe como el sol y brillar en todas partes“(Foolery, sir, does walk about the orb like the sun, it shines everywhere.—William Shakespeare,Twelfth Night); y uno de los últimos personajes de Benjamin Jonson, que miran hacia atrás sobre el drama del precedente siglo, puede afirmar nostálgicamente que “no había ningún juego de cualquier mérito, sin un tonto”.

En Inglaterra sobre todo, el tonto sabio encontró su verdadera casa en el drama de Heywood, Marston, Middleton, Dekker, Jonson, y, sobre todo, Shakespeare. Tanto en las comedias como en las tragedias, el tonto sabio shakesperiano tiene su papel espléndido para jugar, del ingenio burlón de Touchstone y Feste a Yorick con el cráneo de calavera y el payaso que lleva a la muerte a Cleopatra - El propio tonto de Lear es sólo el mayor de muchos que, a pesar de su traje variopinto, nos hace llorar debido a la profundidad de su sabiduría. Ni son aquellos los únicos tontos sabios en Shakespeare: entendemos mejor tales personajes por otra parte tan distintos como Falstaff y Antony cuando reconocemos que ellos también manifiestan muchos de los rasgos tradicionales del tonto sabio.

Considerablemente, el último del gran Renacimiento bromea, Don Quijote, quién monta a caballo adelante cuando la edad de humanismo dibuja a su fin, es conocido al mundo no por su broma variopinta, sino por su semblante triste. Desde luego su compañero, Sancho Panza, tiene algo de bufón de corte sin oficina — o sin corte; pero hacia el principio del siglo XVII el tonto profesional casi había acabado sus días. Incluso su traje coloreado sólo sobrevive parcialmente en el Commedia dell'Arte. El concepto de locura, sin embargo, estaba lejos de morir. Los tontos, expresamente identificados como tal o no, han seguido durante los siglos poniendo en duda las reclamaciones de aprendizaje, religión y civilización. Siempre que la razón humana orgullosamente se te jacte de sus logros, ha sido inevitablemente desafiada por la risa burlona del tonto sabio.

Mucho tiempo después de que el tonto de Renacimiento saliera de escena, la idea de la sabiduría de la locura ha persistido, de Grimmelshausen a Molière y de Swift al Príncipe Myshkin "El idiota" de Dostoevsky y de Emanuel Quint de Hauptmann a Crazy Jane de Yeats.